jueves, 20 de enero de 2011

Esos que hablan en las películas.


-No sé, no lo entiendo. Nada pudo salir mal. Tenía planeado hasta el color de los cojines. Planeaba cada día para que saliese todo a la perfección, era todo perfecto. Era igual que en las películas. No podía acabarse, éramos iguales. Todo perfecto. Elegíamos los domingos los planes de la semana, siempre pedíamos el mismo menú por si cambiaba la buena suerte. Pero se acabó y no entiendo por qué, todo estaba planeado, no podía fallar! Éramos perfectos. Siempre estábamos juntos, manteníamos los modales, nos dábamos los besos justos en público, hacíamos todo muy íntimo...
+Tal vez ese fue el fallo. Planear. No coger un autobús tapándose los ojos sin mirar el número y decirle al conductor con dos pares de sonrisas y un desesperado intento de no ver el destino: ''a la última parada pero ¡porfaporfa! no nos diga cuál es, sólo díganos el precio''. Tal vez falló no pedir otro menú, para restregaros el ketchup por la cara e ir por la calle con él, haciendo una apuesta estúpida que después acabaría en mil besos. Tal vez falló, que el amor de las películas no es amor, por lo que nunca es perfecto. Tal vez es que nunca os dio por decidir ir a un sitio para después hacer el ''pinto pinto gorgorito'' en un cruce sólo por ver donde os deparaba el azar. Tal vez os falló gritar al mundo que os queríais y plantaros el beso más morboso y apasionado que se ha dado nunca. Tal vez falló, que no era amor, y lo que no es amor, nunca dura.